martes, 13 de febrero de 2007

Efectos del calentamiento global se sentirán por lo menos durante un milenio

Un Grupo de Expertos sobre el Cambio Climático concluyó que por este fenómeno, causado en un 90 ciento por el hombre, la temperatura de la tierra subirá hasta 4 grados.
El calentamiento provocará graves trastornos meteorológicos como frecuentes olas de calor, huracanes o sequías.

Las conclusiones de 500 especialistas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) reunidos en París, fueron divulgadas ayer. Son las más alarmantes desde 1998, cuando el organismo, adscrito a la ONU fue creado.

El informe, que debería regir en los próximos cinco años las decisiones de los gobiernos en materia medioambiental, deja claro que el calentamiento global es una realidad.

Los expertos desean que el informe lleve a una continuación del protocolo de Kioto, destinado a reducir las emisiones de CO2.

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miércoles, 7 de febrero de 2007

comentario

Es cierto que el clima tuvo un cambio total, que en gran parte ha afectado al planeta.

Por estos días Colombia vive uno de los veranos mas grandes de sus últimos tiempos el cual ha tenido como consecuencia perdida de alimentos por las fuertes heladas que se producen durante la madrugada y en la tarde altas temperaturas que provocan debastadores incendios poniendo en riesgo la flora y fauna en consecuencia han cerrado varios parques nacionales lo cual resulta lamentable.

Por otra parte si el clima continua de esta manera las perdidas millonarias serán incalculables y la vida diaria sera mas costosa debido al incremento de precios en los alimentos que tienden a escacear.

Este clima loco, loco...


Incendios forestales, heladas, deshielo de los nevados y hasta playas públicas en Bogotá: efectos del cambio en el clima.

Bogotá completa ya más de diez días de cielos azules, como descritos por un verso de Eduardo Carranza. Es algo que podría parecer lírico o anecdótico si no se enmarcara dentro del preocupante fenómeno del calentamiento global. Aunque no hay datos científicos que lo liguen irreversiblemente al severo verano capitalino, es posible sospechar que no se trata de una mera coincidencia. Mucho más cuando el Ideam, autoridad nacional hidrológica, acaba de revelar en Cambio que Colombia pierde cada año el 3 por ciento del área de sus glaciares. En el último siglo y medio, la extensión de nuestros nevados se redujo en 85 por ciento.

Una de las primeras consecuencias de la oleada de calor que llevó a la capital a algunas de las temperaturas más altas que se recuerden- han sido los temidos incendios forestales. Ayer, seis de ellos amenazaban los alrededores de Bogotá y otros dos, zonas cerca de Caldas y Santander. Eran particularmente graves los de Cota, Guasca y La Calera, que obligaron al Ministerio del Medio Ambiente a destinar tres helicópteros para apagarlos.


Las altas temperaturas que experimenta la capital también sorprenden en otras zonas del país, donde el termómetro supera con facilidad los 40 grados. No se salvan de los efectos de los caprichos climáticos ni los parques nacionales, 13 de los cuales cerraron sus puertas ante el temor de los incendios. La indispensable medida resulta más lamentable por cuanto el año pasado marcó un brillante récord de visitantes: cerca de 600 mil, 35 por ciento más que en el 2005. La primera quincena de enero registró aun otro aumento del 18 por ciento.
Igualmente grave ha sido el fenómeno inverso: el frío extremo, con récords como el de más de 8 grados centígrados bajo cero, registrado en Tenjo el domingo, que ha destruido 7.500 hectáreas de papa en 23 municipios del altiplano y ha provocado grandes pérdidas a los floricultores (ad portas del día de San Valentín), a los cultivadores de hortalizas y a los ganaderos de la altiplanicie. En total, unas 97 mil hectáreas habrían sido afectadas.


No se limitan las consecuencias del calor -y del frío-a parques y agricultura. También han modificado el comportamiento de los bogotanos. Ya pertenecen a apolillados libros de viajeros aquellos atuendos oscuros del paraguas, el sombrero y el sobretodo. Ahora pueblan las calles los oficinistas en camisa, los jóvenes en pinta de "tierra caliente" y los automovilistas sofocados por los trancones. A la pintoresca escena del domingo en Bogotá, cuando la Administración Distrital y una empresa privada crearon seis espacios de playa, con arena, sillas para tomar el sol y palenqueras que vendían frutas, sólo le faltaban las palmeras y un horizonte de olas espumosas que reemplazara los cerros tutelares.

La canícula ha servido para entibiar el espíritu de los cachacos, que, en el día, en forma masiva ocupan parques y plazas, como si la ciudad continuara en vacaciones. Hasta vestidos de baño aparecen en las zonas verdes. Quizás por ello hay más sonrisas y enamorados y menos agite.

Más allá de este efecto amable y pintoresco, lo claro es que estos cambios en el clima tendrán cada día más repercusiones sobre la disponibilidad de agua, la producción agropecuaria y el cuidado de los recursos. Hay que prever tiempos de climas extremos y revisar los mapas de riesgo y los planes de contingencia. Bogotá ha sido recientemente una fiesta de luz y sol (de día). Pero en medio de tanta alegría, conviene prepararse para las malas pasadas que puede jugar el clima.


Tomado de EL TIEMPO